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sábado, 27 de agosto de 2011

La Historia de los Erizos

Érase una vez un erizo pequeñito que fue de vacaciones con su familia a la playa. Era agosto y hacía mucho mucho calor. Todos juntos se bañaron en el mar, chapotearon, jugaron a la pelota y se divirtieron mucho.

Poco a poco fueron pasando las vacaciones y los erizos volvieron a casa. En unas pocas semanas empezó a hacer frío y lo erizos pasaban los días metidos en sus casas, acostados con sus mantas y tiritando.

¡Es muy complicado dormir con tanto frío!-dijo uno de ellos- ¿Por qué no dormimos todos juntitos y acurrucados?-siguió. A todos les pareció muy buena idea y todos los erizos pequeñines durmieron en un mismo sitio pegado los unos a los otros.

-¡Uy, ay! Pero… ¡Ay! Por favor… Ten cuidado… Era imposible dormir así. Los pequeños erizos se clavaban sus púas y casi era preferible pasar frío.
-¿Qué podemos hacer?- dijo uno de ellos-.Podemos preguntarle a los mayores que seguro que saben la respuesta.

Eso hicieron. Todos y cada uno de ellos, en fila india, fueron muy despacito casi sin hacer ruido a casa del erizo más mayor de todos, el gran sabio. Le preguntaron que qué es lo que ocurría. El abuelo sabio echó una gran risotada y les dijo:

- Mis pequeños e inocentes críos. Si os pincháis con vuestras púas es porque aún no habéis aprendido a reconocer que las tenéis y a controlarlas. Para que esas púas no hagan daño a los demás debéis reconocer a cada una de ellas, enseñárselas a los demás y pensar con toda la fuerza que podáis que no vais a volver a pinchar a nadie.

Dicho esto, los erizos fueron contentos a sus casas y a partir de este día nunca más volvieron a pasar frío pues reconocieron sus púas y nunca más se pincharon.

Ve hacia el espejo más cercano y mírate en él. ¿Qué ves? Todos somos erizos por la condición de ser humanos, así que, ¿ves tus púas?, ¿las reconoces?

Dicen que un primer paso es el de reconocer... Reconoce que eres ser humano, ser imperfecto, ser que comete errores, ser con púas...
Ahora mira a tu alrededor. ¿Ves las púas de los demás?
Una rosa tiene espinas; sólo hay que saber tratar con ella para no pincharte, pues ella, no desea hacerlo...
Tú tienes púas. Conviértete en rosa. No luches por la perfección, pero sí por saber convivir junto a la imperfección...
Pues no hay mayor virtud que la del perdón y ser perdonados... No hay mayor virtud que la de saber convivir con los defectos de los demás y los nuestros...

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El Burro

Un día, el burro de una campesina se cayó en un pozo; el animal lloró fuertemente, mientras la campesina trataba de averiguar que hacer.

La campesina decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco y necesitaba ser tapado y que realmente no valía la pena sacar al burro, entonces invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarla. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo.

El burro se dió cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente, luego para sorpresa de todos, se tranquilizó. Después de unas cuantas paladas de tierra la campesina finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vió: con cada palada de tierra, el burro hacía algo increíble..., se sacudía la tierra y la apisonaba debajo de sus patas y daba un paso hacia arriba. Los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía, apisonaba y daba un paso hacia arriba.

Pronto todo el mundo vió cómo el burro llegó hasta la boca del pozo y salió trotando....

La vida va a tirarte tierra, de todos los tipos que puedan existir. El truco para salir del pozo es sacudirse la tierra y usarla para dar un paso hacia arriba. Piensa que cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si así lo queremos. Sacudirse y dar un paso hacia arriba...


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martes, 23 de agosto de 2011

El amor para los Niños


Un grupo de profesionales entrevistaron a un grupo de niños de 4 a 8 años de edad acerca de lo que el Amor significa para ellos.

Estas fueron las respuestas que estos niños dieron. Y podremos ver que son más profundas y amplias de lo que uno podría imaginar.

“Cuando mi abuela padecía de artritis, ella no podía agacharse para pintarse las uñas de los pies, de manera que mi abuelo se las pintaba todo el tiempo, aún cuando sus manos tenían también artritis, eso es Amor”. Rebecca – 8 años
” Cuando alguien te ama, la forma como ellos dicen tu nombre es diferente.
Usted puede estar seguro que tu nombre esta seguro en la boca de ellos”. Billy – 4 años
“Amor es cuando una chica se pone un perfume y el chico usa colonia de afeitar y entonces ellos se huelen el uno al otro”. Karl – 5 años

“Amor es cuando tu vas a un lugar a comer y terminas dándoles tus papitas fritas a alguien sin pedirle que termine dándole las suyas”. Chrissy – 6 años
“Amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado” Terri – 4 años
“Amor es cuando Mamá hace el café para Papá y ella toma un sorbo antes de dárselo para estar segura de que esta bueno” Danny – 7 años
“Amor es cuando se besan todo el tiempo, entonces, cuando se cansan de besar, todavía siguen juntos solo para hablar. Papá y Mamá les gusta hacer eso” Emily – 8 años

“Si tu quieres aprender a amar, debería comenzar con un amigo a quién tu odias”. Nikka – 6 años
“Amor es cuando tú le dices a un chico que te gusta su camisa y entonces él no se la quita en todo el día” Noelle – 7 años
“Amor es cuando una mujer un poco vieja y un hombre un poco viejo son todavía amigos aunque se conocen muy bien el uno al otro”. Tommy – 6 años
“Durante mi recital de piano yo estaba muy asustada y nerviosa y entonces miré al público y vi a mi papa en el auditorio, me saludó con la mano y sonrió y ya no estuve más asustada”. Cindy – 8 años

” Mi Mami me ama más que nadie. Tú no veras a nadie más besándome antes de dormir” Clare – 6 años
“Amor es cuando Mami le da a Papi la mejor presa de pollo” Elaine- 5 años
“Amor es cuando tu perrito te lame la cara, aunque lo hayas dejado solo todo el día” Mary Ann – 4 años
“Yo se que mi hermana mayor me ama porque ella me da sus vestidos viejos y sale y compra unos nuevos para ella” Lauren – 4 años
“Amor es cuando Mamá ve a Papá en el baño y ella no piensa que el es gordo” Mark – 6 años

Y la última – El autor y Conferencista Leo Buscaglia, una vez fue invitado a ser juez de un certamen .
El propósito de este certamen era descubrir y premiar al niño más amoroso.
El ganador fue un niño de 4 años a quién su vecino anciano había perdido a su esposa.
El niño vio a este anciano llorar en su patio y el niño fue y se sentó al lado de él, cuando su mamá le preguntó que le había dicho él al anciano vecino, el niño dijo:

” Nada, solo lo ayude a llorar”.


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La Niña y las Perlas


Jenny era una linda niña de cinco años de ojos relucientes.
Un día mientras ella con su mamá visitaban la tienda, Jenny vio un collar de perlas de plástico que costaba 2.50 dólares.
¡Cuánto deseaba poseerlo!
Preguntó a su mamá si se lo compraría, y su mamá le dijo: Hagamos un trato, yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar, ¿está bien?
Jenny estuvo de acuerdo, y su mamá le compró el collar de perlas.
Jenny trabajó con tesón todos los días para cumplir con sus tareas. En poco tiempo Jenny canceló su deuda. ¡Jenny amaba sus perlas! Ella las llevaba puestas a todas partes: al kinder, a la cama, y cuando salía con su mamá.
Jenny tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando Jenny iba a su cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido. Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: “Jenny, ¿tú me quieres?”, “Oh, sí papá”. “Entonces, regálame tus perlas,” le pidió él. “¡Oh, papá! No mis perlas,” dijo Jenny. “Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita. ¿La recuerdas?, tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños. Y te doy su ajuar también, ¿está bien, papá?”, “Oh, no hijita, está bien, no importa”, dándole un beso en la mejilla. “Buenas noches, pequeña”.
Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento: “Jenny, ¿tú me quieres?”, “Oh, sí papá, ¡tú sabes que te quiero!”, le dijo ella. “Entonces regálame tus perlas”. “¡Oh, papá!
No mis perlas; pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete. Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas”. “Oh, no hijita, está bien,” le dijo su papá en la mejilla, “Felices sueños.”
Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró a su dormitorio para leerle un cuento, Jenny estaba sentada en su cama y le temblaban los labios, “toma papá” dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual entregó a su padre. Con una mano él tomó las perlas de plástico y con la otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había unas hermosas perlas genuinas. Él las había tenido todo este tiempo, esperando que Jenny renunciara a la baratija para poder darle la pieza de valor.
Esto me hace pensar las cosas a las cuales me aferro y me pregunto: ¿qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar?


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domingo, 14 de agosto de 2011

El niño

Una vez un niño fue a la escuela. Él era bien pequeño. Y la escuela era bien grande. Pero cuando el niño vio que podía ir a su clase caminando directamente desde la puerta de afuera, él se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande así:

Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:

¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó él.

A él le gustaba dibujar. El podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos..., y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!

Y él espero hasta que todos estuviesen prontos.

¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
¨ ¡Bueno! –pensó el niño.

A él le gustaba dibujar flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! –dijo la maestra, y era una flor roja con tallo verde.
¨ ¡Ahora sí! – dijo la maestra -. Ahora pueden comenzar.

El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde.

Otro día, cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra dijo:

¨ Hoy vamos a trabajar con plastilina.
¨ ¡Bien! –pensó el niño.

El podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: víboras y muñecos de nieve, elefantes y rabitos; autos y camiones... Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen prontos.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- nosotros vamos a hacer una víbora.
¨ Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
¨ -¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga.
¨ Así! –dijo la maestra.
¨ Ahora pueden comenzar

El niño miró la viborita de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra. Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una viborita como la de la maestra. Que era una viborita larga.

Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.

Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.

Esa escuela era mucho mayor que la primera, entonces había puertas afuera. Para llegar a su salón, él tenía que subir algunos escalones y seguir por un corredor largo para finalmente llegar a su clase.

Y justamente en el primer día, que él estaba allí, la maestra dijo:

¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
¨ ¿Tú no quieres dibujar?
¨ Sí –dijo el niño-. Pero ¿qué vamos a hacer?
¨ Yo no sé, hasta que tú lo hagas –dijo la maestra.
¨ ¿Cómo lo haré? –preguntó el niño.
¨ ¿Por qué?- dijo la maestra- De la manera que tú quieras.
¨ ¿Y de cualquier color? –preguntó él.
¨ De cualquier color –dijo la maestra-. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo yo podría saber quién hizo qué, ¿y cual sería de quién?.
¨ Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja, con el tallo verde.

Moraleja: Siempre sé tu mismo! No permites que nadie te quite tus sueños e iluciones.

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El pato en la escuela

Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículo de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.

El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse en la escuela después de hora y abandonar la natación para practicar la carrera. Estas ejercitaciones continuaron hasta que sus pies membranosos se desgastaron, y entonces pasó a ser un alumno apenas mediano en la natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela, de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.

La liebre comenzó el curso como el alumno más distinguido en carrera pero sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en natación. La ardilla era sobresaliente en trepa, hasta que manifestó un síndrome de frustración en la clase de vuelo, donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la cima del árbol.

Por último enfermo de calambres por exceso de esfuerzo, y entonces, la calificaron con 6 de 10, en trepa y con 4 de 10, en carrera.

El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta. En el curso de trepa superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol, pero se obstinaba en hacerlo a su manera.

Al terminar el año, un anguila anormal, que podía nadar de forma sobresaliente y también correr y trepar y volar un poco, obtuvo el promedio superior y la medalla al mejor alumnado.

Moraleja: Todos tenemos cualidades y talentos muy diferentes. Es bueno ejersitarnos y adentrarnos a lo desconocido pero sin descuidar nuestro verdadero porposito lo cual desempeñamos con mucha eficiencia.


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El Trajesito Blanco

En la escuela hicieron un concurso. El primer premio: un precioso juego de té. Todas querían ganar, resultando ganadora Paula. Sumamente feliz lo enseñó a su mamá.

Ese sábado, Gloria, su mejor amiga, vino justo cuando Paula salía con su mamá. Le pidió le dejara el juego para jugar en el jardín, resistiéndose Paula, cediendo finalmente ante su insistencia, recomendándole cuidárselo mucho.

Al regresar, la gran sorpresa. Todas las piezas tiradas por el suelo, faltaban tazas y platos, y la bandeja rota.

Sumamente enojada, lloró desesperadamente: "¿Te fijas? Yo no quería prestárselo y fíjate lo que me hizo, lo rompió y lo dejó tirado en el patio! ¡Ya verás lo que le voy a hacer!"

Estaba hecha una rabia, completamente fuera de control. La mamá se la sentó en las piernas. Con mucho cariño le fue pasando la mano, mientras le recordaba el día aquel en que Paula había estrenado su trajecito blanco, y un carro la salpicó de lodo de arriba abajo.

"¿Recuerdas, mi amor, que querías lavarlo inmediatamente, pero tu abuelita no te dejó, diciéndote que había que dejar que el barro se secara, porque así seria más fácil sacar la mancha? Ahora pasa exactamente lo mismo. Es preferible dejar que primero la ira se seque, que después será más fácil resolverlo todo. Si vas ahora, podrías decir cosas que hieran grandemente a tu amiguita, y hasta podrían perder la amistad. Créeme que luego te arrepentirías."

Paula estaba tan molesta que ni entendió lo que la mamá le decía, ya que lo que quería era ir a reclamarle a Gloria. Finalmente accedió y se sentó a ver televisión.

Al rato sonó el timbre. Era Gloria. Traía en sus manos un regalo bellamente envuelto con un gran lazo, y entregándoselo a Paulale dijo: "¿Te acuerdas del niño malcriado que vive en la otra calle, el que siempre nos está molestando? Pues no bien ustedes salieron, vino insistiendo en querer jugar conmigo. No lo dejé porque sabía que no iba a cuidar tu juego. ¿Y sabes lo que hizo? Me lo arrebató de las manos y lo desbarató. Llorando se lo conté a mi mamá. Ella me calmó y fuimos a comprar otro juego igualito, aquí está. ¿Estás enojada conmigo? ¡No fue culpa mía!"

Paula le dijo: "Eso no es nada, no te mortifiques. ¡Mi ira ya se secó!" Le dio un abrazo apretado, y de manos cogidas fueron a su cuarto, contándole la historia de aquel vestidito blanco que una vez se ensució de lodo.

No podemos dejarnos llevar de nuestros primeros impulsos. Personas hay, muchas, muchísimas, que fácilmente reaccionan violentamente al más mínimo contratiempo, y no se dan tiempo de digerir lo que les ha sucedido o lo que le están diciendo, porque no tienen oído de escucha, tan importante antes de tomar decisiones. Precisamente lo que Salomón le pidió de regalo a Dios cuando lo hizo rey de su pueblo.

Paz, calma, tranquilidad. Respira, oye, y luego actúa. Y si puedes posponer la actuación para seguir conversándolo luego, muchísimo mejor.

Importante partir de la base de que el otro no quiere molestarte, no quiere hacerte daño, y que lo que te está diciendo es por tu propio bien. Date tiempo para entenderlo.

Deja que se seque tu ira.


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